Diferencias en los patrones alimentarios y horarios de ingesta en comidas con respecto a la obesidad abdominal

Los cambios en los hábitos de alimentación y de actividad física son esenciales en las estrategias para reducir el exceso de peso. De todas formas, se ha visto que no todos son igual de efectivos, incluso se ha propuesto que algunos tipos de dieta pueden incrementar los factores de riesgo asociados con la obesidad. Estudios recientes sugieren que algunas características de la conducta alimentaria, tales como saltarse el desayuno, tomar un mayor porcentaje de la energía diaria durante la tarde, comer fuera de casa con frecuencia y realizar un menor número de comidas diarias, pero también el picoteo entre horas, están asociados con un mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.

El objetivo de esta investigación ha sido analizar la asociación de la frecuencia de las diferentes comidas, así como el tiempo empleado en las mismas y de los patrones de ingesta de energía y comidas, con la obesidad abdominal con el fin de identificar las mejores estrategias de alimentación que puedan ayudar a reducir prevalencia de esta obesidad central, que es la que se asocia con mayores riesgos en la salud.

Los resultados de este estudio muestran que el 54,4 % de la población femenina adulta realizaba más de 4 ingestas diarias, una cifra significativamente superior a la que realizaban los hombres adultos (38,8 %). El porcentaje de hombres que se saltaba el desayuno, la media mañana y la merienda era más alto que en mujeres. Pese a esto, los resultados mostraron que realizar cuatro o más ingestas diarias se asoció con una reducción de la probabilidad de padecer obesidad abdominal en los hombres, ajustando por edad e ingesta de energía. Por otro lado, los individuos con obesidad abdominal dedicaron menos tiempo a la comida de media mañana que los que no presentaban obesidad abdominal. Además, consumían menos comidas fuera de casa, dormían menos horas y consumían más energía en el almuerzo y menos en la media mañana y la merienda que aquellos sin obesidad abdominal.

Los resultados de este trabajo, sugieren que las estrategias de alimentación para reducir la prevalencia de la obesidad abdominal, deben considerar tanto el qué comemos como el cuándo lo hacemos, y se pueden centrar en realizar al menos cuatro comidas al día, en las que el desayuno suponga menos del 25 % de la ingesta total de energía diaria; introducir comidas a media mañana y a media tarde que supongan al menos el 15 % de la ingesta total de energía diaria; realizar la comida en un horario apropiado (alrededor de las 14:00 h) y con una contribución de energía que no exceda el 35 % de la ingesta total de energía diaria, y aumentar el número de alimentos que pertenezcan a los grupos de productos lácteos, cereales y cereales integrales.

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