Durante estos años, se presta más atención al aceite de coco y su uso. Su uso abarca desde para el baño hasta la cocina, como un producto cosmético o como aceite para cocinar. El aceite de coco lo clasifican como un “superalimento”.
El aceite de coco se extrae de la palma de coco de cocos maduros. La mayoría de la producción de aceite de coco se obtiene de la copra (carne blanca seca de la fruta). El aceite se obtiene por prensado o extracción en frío de la copra. En esta forma (copra) se vende como fuente para la producción de aceite en todo el mundo (1). El aceite contiene 899 kcal por 100 gramos y está compuesto principalmente de ácidos grasos saturados (85,2%) (2). De estos ácidos grasos saturados, los ácidos grasos principales son láurico (C12:0), mirístico (C14:0) y palmítico (C16: 0). El ácido láurico representa más del 45% de los ácidos grasos en el aceite de coco (3).
Diferentes estudios afirman que estos ácidos grasos se acompañan de beneficios para la salud, debido a su estructura de cadena media (4-7). Los ácidos grasos se pueden clasificar en ácidos grasos de cadena larga (AGCL), ácidos grasos de cadena media (AGCM) y ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Los triglicéridos de cadena media (MCT) se forman a partir de ácidos grasos con una longitud de cadena de 6:00 a 12:0 (AGCM) (1). La longitud de la cadena de los ácidos grasos influye en la duración de la digestión de la grasa y su absorción (4). Debido a la cadena más corta, las digestiones y la absorción de estas grasas son más fáciles, por lo tanto más rápidas. Se usan directamente en el cuerpo para producir energía, debido a esto se usan con fines dietéticos (3,5).
El ácido láurico se puede clasificar como un ácido graso de cadena media o larga, pero algunos estudios dicen que se comporta más como un ácido graso de cadena larga. No hay que olvidar que es un ácido graso saturado y que existe una clara relación entre la ingesta alta de grasas saturadas, el aumento del colesterol en la sangre y el aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular (3,8,9). Por lo tanto, organizaciones de todo el mundo aconsejan reducir la ingesta de grasas saturadas y reemplazarlas por grasas insaturadas (3).
Otros estudios dicen que el ácido láurico es realmente un MTC y por lo tanto podría tener efectos beneficios sobre la salud como pérdida de peso, prevención de enfermedades cardiovasculares y que puede usarse para la nutrición parenteral, en alimentación para atletas y alimentos para recién nacidos (4-7).
Resultados contradictorios causan confusión sobre las ventajas o desventajas del aceite de coco, por lo tanto, es necesario realizar más investigaciones al respecto. Lo que no hay que olvidar es que el aceite de coco está compuesto principalmente por ácidos grasos saturados. Desde la Agencia de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) se recomienda que el consumo diario de grasas no supere el 30% de la energía total consumida, con un máximo del 7% de grasas saturadas (9).
Una vez más, cabe señalar que debemos tratar de reducir el consumo de ácidos grasos saturados, reemplazándolos por ácidos grasos insaturados.
Como conclusión podemos decir que el consumo de aceite de coco y productos que lo contengan puede realizarse de forma moderada u ocasional, en el marco de una dieta variada, moderada, equilibrada, sostenible y “socializable”.
Estudiante en prácticas de la Universidad Artesis Plantijn Antwerpen (Bélgica)
Celine Vereeck
Referencias
1 Rojas Hidalgo E. Diccionario de Nutrición y términos afines. GRUPO Aula Médica, S.L, 2008.
2 Moreiras O., Carbajal Á., Cabrera L. & Cuadrado C., Tablas de Composición de Alimentos, Guía de prácticas. Ediciones Pirámide 2013.
3 Lockyer S. & Stanner S. Coconut oil- a nutty idea? Britisch Nutrition Foundation Nutrition Bulletin, 41, 42-54.
4 Boateng L., Ansong R. , Owusu WB. & Steiner-Asiedu M. Coconut oil and palm oil’s role in nutrition, health and national development: A review. Ghana Med J 2016 Sep;50(3):189-196.
5 The Ceylon Medical Journal. Coconut fats. Volumen 51, No. 2, December 2006.
6 Samuel Babu A., Kumar Veluswamy S., Arena R., Guazzi M. & Lavie C.J. Virgin coconut oil and his potential cardioprotective effects. Postgraduate Medecinem Volume 126, Issue 7,
November 2014.
7 Ribeiro/ Braz. J. Surg. Clin. Res. The scientific truth about a super functional food denominated coconut oil. BJSCR Vol.18 n.3, pp.143-150 (Mar-May 2017).
8 Eyers L., Eyers M. F., Chisholm A. & Brown R.C. Coconut oil consumption and cardiovascular risk factors in humans. The Autor(s) 2016. Nutrition Revieuws Vol. 74(4): 267-280.
9 AECOSAN (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición). Programa Perseo informa, Las Grasas, 2017 Disponible en: http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/nutricion/educanaos/grasas.pdf