Los primeros mil días de vida son considerados como una base esencial para la salud física y mental. Estos periodos iniciales abarcan la parte más importante y la etapa máxima de crecimiento y desarrollo cognitivo, además de que coinciden con la aparición de las habilidades de aprendizaje y conductuales. Es un momento crucial para la formación del cerebro, el desarrollo de habilidades cognitivas, motoras y socioemocionales a lo largo de la niñez y la edad adulta. Un neurodesarrollo adecuado comprende tres aspectos principales; la genética, el ambiente y el estado nutricional, los cuales en conjunto tienen una influencia sobre los procesos de integración de funciones cerebrales.
La nutrición es un componente modificable con un gran impacto en la maduración cerebral temprana. Se ha demostrado tanto en modelos animales como en estudios preclínicos la importancia de una nutrición adecuada para llevar a cabo los procesos de desarrollo neurológico que ocurren durante el embarazo y la infancia, tales como la reproducción de neuronas y la creación del recubrimiento protector, favoreciendo el aprendizaje y la conducta. Por lo tanto, se debe dar prioridad a los nutrientes que pueden maximizar la salud y el desarrollo neuronal, como las proteínas, los ácidos grasos, el hierro, el zinc, el yodo, vitaminas del complejo B(sobre todo Folatos, B6 y B12), algunas otras vitaminas liposolubles como la A y la D y otros nutrientes esenciales.
Entre los micronutrientes con mayor asociación al desarrollo del cerebro se encuentra el hierro. Este micronutriente facilita el desarrollo y funcionamiento normal de los neurotransmisores y las conexiones neuronales. Su deficiencia en la infancia y la vida adulta ha sido asociada con un deterioro del desarrollo motor, rendimiento cognitivo reducido y disminución del lenguaje. Por otro lado, las vitaminas del complejo B son importantes para el desarrollo y funcionamiento del cerebro ya que desempeñan un papel en el metabolismo de los carbohidratos, lo que a su vez contribuye a proporcionar el suministro de energía necesario para el cerebro. Los ácidos grasos esenciales también están involucrados en procesos cerebrales funcionales, incluido el metabolismo de neurotransmisores y hormonas. Para asegurar una ingesta adecuada de estos nutrientes, se recomienda llevar una alimentación equilibrada, donde se prioricen grupos de alimentos tales como frutas y verduras, cereales integrales y legumbres.
En resumen, la nutrición se encuentra estrechamente relacionada con el desarrollo cerebral y cognitivo del ser humano. Es importante centrarse en la cantidad y la calidad de los nutrientes para asegurar un buen crecimiento y desarrollo, especialmente durante los primeros años de vida.
Referencias
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Jimena Sánchez
Estudiante en prácticas de la Universidad Tecnológico de Monterrey