Dormir poco o el sueño de corta duración se ha identificado como uno de los factores que contribuye a un mayor riesgo de obesidad, tanto en la edad infantil como en los adultos.
Así se refleja en el libro Obesity, que recoge los últimos conocimientos sobre la obesidad, desde sus causas y mecanismos hasta su prevención y tratamiento, y en la que han participado los investigadores más significados en la materia a nivel mundial.
Las investigaciones muestran que dormir poco perturba las hormonas que regulan el apetito, como son la leptina y ghrelina. Así, ante largos períodos de privación de sueño, se observa un cambio hormonal que aumenta el apetito y la ingesta de calorías. Por otro lado, los estudios realizados en bebés indican que aquellos que duermen menos de 12 h al día (incluyendo el sueño de la noche y de las siestas diurnas) incrementan la adiposidad y las posibilidades de presentar sobrepeso a los 3 años.
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